INTRODUCCIÓN A LOS EVANGELIOS SINÓPTICOS
Quiso Dios, con su bondad y sabiduría, revelarse a Sí mismo y manifestar el misterio de su voluntad (cf. Ef 1, 9).
La palabra de Dios la escucha con devoción y la proclama con valentía la Iglesia, obedeciendo a aquellas palabras de Juan: Os anunciamos la vida eterna: que estaba junto al Padre y se nos manifestó. Lo que hemos visto y oído os lo anunciamos para que también vosotros viváis en esta unión nuestra que nos une con el Padre y con su Hijo Jesucristo (1 Jn 1, 2-3). Y así, siguiendo las huellas del magisterio, nuestra Iglesia quiere proponer la doctrina auténtica de la Sagrada Escritura y de su transmisión: para que todo el mundo con el anuncio de la salvación, oyendo crea, y creyendo espere, y esperando ame (cf. DV 1).
La revelación se nos revela por medio de la Sagrada Escritura, Tradición y Magisterio. Cristo no mandó a escribir nada. Jesús tuvo unos apóstoles y estos una comunidad y así se transmite el mensaje. Las enseñanzas de los apóstoles dio lo necesario para nuestra fe.
La verdad está en la Sagrada Escritura, en la Tradición y en el Magisterio no en revelaciones privadas. La Sagrada Escritura y la Tradición tienen un mismo fin. La Sagrada Escritura es Palabra de Dios porque es inspirada por el Espíritu Santo.
El Magisterio no está sobre la Palabra de Dios, está a su servicio y la guarda con exactitud y la expone con fidelidad.
Dios no escribió la Biblia, la escribió una mano humana por inspiración de Dios:
La Inspiración es una forma sobrenatural que envuelve directamente los escritores humanos en su dimensión intelectiva, es decir, inteligencia, afectiva, voluntad y operativa. La Sagrada Escritura es inerrante, no se equivoca en ninguna de sus partes. Los hagiógrafos puede ser que hayan cometido errores gramaticales.
"Nadie ignora que entre todas las Escrituras, incluso del Nuevo Testamento, los Evangelios ocupan, con razón, el lugar preeminente, puesto que son el testimonio principal de la vida y doctrina del Verbo Encarnado, nuestro Salvador" (Dei Verbum, n. 18). Esta frase del Concilio Vaticano II expresa de modo contundente la importancia que tienen los Evangelios en la fe de la Iglesia. Estas palabras expresan también la trascendencia que tiene la materia en un estudio profundo de la Verdad cristiana como el que se pretende en la Teología.
Quiso Dios, con su bondad y sabiduría, revelarse a Sí mismo y manifestar el misterio de su voluntad (cf. Ef 1, 9).
La palabra de Dios la escucha con devoción y la proclama con valentía la Iglesia, obedeciendo a aquellas palabras de Juan: Os anunciamos la vida eterna: que estaba junto al Padre y se nos manifestó. Lo que hemos visto y oído os lo anunciamos para que también vosotros viváis en esta unión nuestra que nos une con el Padre y con su Hijo Jesucristo (1 Jn 1, 2-3). Y así, siguiendo las huellas del magisterio, nuestra Iglesia quiere proponer la doctrina auténtica de la Sagrada Escritura y de su transmisión: para que todo el mundo con el anuncio de la salvación, oyendo crea, y creyendo espere, y esperando ame (cf. DV 1).
La revelación se nos revela por medio de la Sagrada Escritura, Tradición y Magisterio. Cristo no mandó a escribir nada. Jesús tuvo unos apóstoles y estos una comunidad y así se transmite el mensaje. Las enseñanzas de los apóstoles dio lo necesario para nuestra fe.
La verdad está en la Sagrada Escritura, en la Tradición y en el Magisterio no en revelaciones privadas. La Sagrada Escritura y la Tradición tienen un mismo fin. La Sagrada Escritura es Palabra de Dios porque es inspirada por el Espíritu Santo.
El Magisterio no está sobre la Palabra de Dios, está a su servicio y la guarda con exactitud y la expone con fidelidad.
Dios no escribió la Biblia, la escribió una mano humana por inspiración de Dios:
La Inspiración es una forma sobrenatural que envuelve directamente los escritores humanos en su dimensión intelectiva, es decir, inteligencia, afectiva, voluntad y operativa. La Sagrada Escritura es inerrante, no se equivoca en ninguna de sus partes. Los hagiógrafos puede ser que hayan cometido errores gramaticales.
"Nadie ignora que entre todas las Escrituras, incluso del Nuevo Testamento, los Evangelios ocupan, con razón, el lugar preeminente, puesto que son el testimonio principal de la vida y doctrina del Verbo Encarnado, nuestro Salvador" (Dei Verbum, n. 18). Esta frase del Concilio Vaticano II expresa de modo contundente la importancia que tienen los Evangelios en la fe de la Iglesia. Estas palabras expresan también la trascendencia que tiene la materia en un estudio profundo de la Verdad cristiana como el que se pretende en la Teología.
Sin embargo, el texto conciliar que acabamos de citar sigue con otro párrafo: "La Iglesia siempre y en todas partes ha defendido y defiende que los cuatro Evangelios tienen origen apostólico. Pues lo que los Apóstoles predicaron por mandato de Cristo, luego, bajo la inspiración del Espíritu Santo, ellos mismos y los varones apostólicos nos lo transmitieron por escrito, como fundamento de la fe, es decir, el Evangelio en cuatro redacciones, según Mateo, Marcos, Lucas y Juan (Cf. S. Ireneo, Adv. Haer., III, 11, 8)" (Dei Verbum, n. 18). Con estas palabras se indica un punto concreto sobre el contenido de los Evangelios: ellos nos transmiten la predicación de los apóstoles sobre Jesús y su obra.
Pero el texto conciliar sigue todavía con otra afirmación: "La santa Madre Iglesia firme y constantemente ha mantenido y mantiene que los cuatro referidos Evangelios, cuya historicidad afirma sin vacilar, transmiten fielmente lo que Jesús Hijo de Dios, viviendo entre los hombres, hizo y enseñó realmente para la salvación de ellos, hasta el día en que fue levantado al cielo" (Dei Verbum, n. 19). Con esta frase se afirma que estos textos, aunque remiten a la predicación apostólica, son históricos: transmiten las acciones y las palabras que realizó Jesús en la historia de los hombres para nuestra salvación.
LOS EVANGELIOS SINÓPTICOS
"Las verdades reveladas por Dios, que se contienen y manifiestan en la Sagrada Escritura, se consignaron por inspiración del Espíritu Santo. La santa Madre Iglesia, según la fe apostólica, tiene por santos y canónicos los libros enteros del Antiguo y Nuevo Testamento con todas sus partes, porque, escritos bajo la inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios como autor y como tales se le han entregado a la misma Iglesia. Pero en la redacción de los libros sagrados, Dios eligió a hombres, que utilizó usando de sus propias facultades y medios, de forma que obrando El en ellos y por ellos, escribieron, como verdaderos autores, todo y sólo lo que El quería" (Dei Verbum 11).
Términos y definiciones
1. Evangelio: Del griego euaggelion [euanguelion] (Lc.2:10) = noticias, buenas noticias. Justino Mártir (siglo II) lo usó por primera vez para referirse a un libro. Los evangelios como género de literatura:
1. No son simplemente biografías de Jesús.
2. Ordenan los hechos y enseñanzas de la vida de Jesús bajo sus propios criterios particulares, ya que tienen distintos propósitos.
3. Dado que los estilos empleados de un evangelio a otro varían bastante, parece mejor reconocer los géneros de literatura usados en la composición de cada libro, en lugar de intentar definir un género propio llamado “evangelio”.
2. Sinóptico: Del griego sunoyis [sinopsis] = ver juntos. Los tres primeros evangelios (Mateo, Marcos y Lucas) reciben este nombre por el paralelismo visual de su composición, que permite estudiarlos conjuntamente. También los tres miraron la vida de Cristo desde una óptica similar.
Relación entre los evangelios
Mateo, Marcos y Lucas tienen ciertas características en común que les distinguen del evangelio de Juan. Las diferencias entre ellos y Juan que pueden notarse:
1. Los E. S. se centran en el ministerio en Galilea, Juan en Judea.
2. Los E. S. mencionan sólo una visita a Jerusalén, Juan cuatro.
3. Los E. S. tratan más la enseñanza a las multitudes, Juan a los discípulos.
4. Los E. S coinciden en el uso del mismo material en un porcentaje que varía entre un 41% y un 93%, mientras Juan sólo coincide con los demás en un 8%.
El Evangelio de Marcos ofrece un resumen breve de la vida de Cristo. Normalmente Mateo y Lucas siguen el bosquejo histórico de Marcos.
El material en Mateo que no se encuentra en Marcos consiste en los relatos del nacimiento y el Sermón del Monte. El material en Lucas que no se encuentra en Marcos corresponde al nacimiento de Juan Bautista y de Jesús, y las narraciones del camino a Jerusalén (Lc.9:51-19:27).
Marcos no nos da una historia completa de las actividades de Jesús, sino que recoge aquellos incidentes que retratan su naturaleza divina y su papel mesiánico. Marcos pretende dar a conocer quién era Jesús: el hijo de Dios (Mr.1:1).
Mateo, Marcos y Lucas tienen ciertas características en común que les distinguen del evangelio de Juan. Las diferencias entre ellos y Juan que pueden notarse:
1. Los E. S. se centran en el ministerio en Galilea, Juan en Judea.
2. Los E. S. mencionan sólo una visita a Jerusalén, Juan cuatro.
3. Los E. S. tratan más la enseñanza a las multitudes, Juan a los discípulos.
4. Los E. S coinciden en el uso del mismo material en un porcentaje que varía entre un 41% y un 93%, mientras Juan sólo coincide con los demás en un 8%.
El Evangelio de Marcos ofrece un resumen breve de la vida de Cristo. Normalmente Mateo y Lucas siguen el bosquejo histórico de Marcos.
El material en Mateo que no se encuentra en Marcos consiste en los relatos del nacimiento y el Sermón del Monte. El material en Lucas que no se encuentra en Marcos corresponde al nacimiento de Juan Bautista y de Jesús, y las narraciones del camino a Jerusalén (Lc.9:51-19:27).
Marcos no nos da una historia completa de las actividades de Jesús, sino que recoge aquellos incidentes que retratan su naturaleza divina y su papel mesiánico. Marcos pretende dar a conocer quién era Jesús: el hijo de Dios (Mr.1:1).
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