viernes, 30 de mayo de 2014
miércoles, 14 de mayo de 2014
13 de Mayo, Fiesta de Nuestra Señora de Fátima
La Iglesia católica conmemoró el pasado 13 de
mayo los 97 años de la aparición de Nuestra Señora del Rosario de Fátima, en la
Diócesis de Puerto Cabello se llevaron a cabo dos celebraciones Eucarísticas,
la primera organizada por la comunidad portuguesa que hace vida en la ciudad la
cual se efectuó en la parroquia Nuestra Señora del Carmen en El Palito en horas
de la mañana y fue presidida por Monseñor Saúl Figueroa acompañado de los
presbíteros Wolfang González y Alexander Chacón, posteriormente a las 6:00 de
la tarde en la Capilla María Auxiliadora de la parroquia Fátima sector la
Belisa, se llevo a cabo la segunda Eucaristía oficiada igualmente por el Obispo
de la Diócesis acompañado del párroco Jaime Pereira y del padre Carlos
Faneitte.
Durante la homilía Monseñor destaco la
importancia de la Madre de Dios en nuestras vidas; “Tenemos una madre que esta
vigilante, pendiente de cada uno de nosotros y que nos genera confianza en
Dios, somos vulnerables pero Ella está para ayudarnos a celebrar nuestra
conversión a cumplir con Dios como católicos y responder a nuestra fe”.
Además el Obispo animo a los feligreses a trabajar unidos en la construcción de
la Iglesia de Fátima que pudiera cristalizarse en un futuro no muy lejano que
pudiera ser para celebrar los 100 años de la aparición de la virgen.
Su
historia
En el año 1916, cuando la guerra se había
extendido sobre Europa y Portugal, en una de las colinas que rodean Fátima,
tres pequeños campesinos portugueses: Lucía de 9 años, Francisco de 8 y Jacinta
de 6, se encontraron con una resplandeciente figura que les dijo: "Soy el
Angel de la Paz". Durante aquel año vieron dos veces la misma aparición.
Los exhortó a ofrecer constantes "plegarias y sacrificios" y a aceptar
con sumisión los sufrimientos que el Señor les envíe como un acto de reparación
por los pecados con los que El es ofendido.
El 13 de mayo de 1917, se les apareció una
"Señora toda de blanco, más brillante que el sol", a quien Lucía
preguntó de dónde venía; ella respondió: "Vengo del cielo". Les pidió
que regresaran al mismo lugar durante seis meses seguidos, los días trece. El
hambre, la sed, las burlas de los que no creían en las apariciones (incluyendo
a la familia de Lucía), los ofrecían como la Señora lo había pedido, por la
conversión de los pecadores.
El 13 de junio de ese año, mientras se
celebraba a San Antonio, patrono de Fátima, Nuestra Señora se apareció
nuevamente a los tres niños. Alrededor de 50 personas se encontraban con ellos
en Cova. La Señora dijo que Jacinta y Francisco irían pronto al cielo, que
Lucía permanecería para ayudar a establecer el culto al "Sagrado Corazón
de María". El 13 de julio de 1917, se trató de impedir que Lucía asistiera
a este encuentro que fue uno de los más extensos y en el cual los niños
tuvieron una visión del infierno que les despertó un anhelo de oración y
penitencia incontenibles. Además les fue prometido que en octubre se realizaría
un milagro para demostrar la verdad de las apariciones. En agosto de ese mismo
año, el anticlerical administrador de Ourem, con engaños alejó a los tres
pastores de Fátima y logró impedir que asistieran a la cita del día trece.
El 13 de octubre de 1917 alrededor de 70,000
personas habían llegado al lugar para presenciar el milagro de Fátima. Ese día,
el sol se podía mirar sin cerrar los ojos y como un prisma gigantesco, cubría
el cielo con franjas de colores. Luego giró 3 veces y se precipitó en "zig
zag" hacia la multitud. La gente quedó conmovida y convencida de la veracidad
de las apariciones. Antes de que pasaran tres años, Jacinta y Francisco habían
muerto ya. Lucía fue religiosa con las hermanas de Santa Dorotea desde 1925.
En preparación para las apariciones de Nuestra Señora,
un ángel quien se identificó como el Ángel de Portugal, le habló en primer
lugar a los niños diciéndoles: "No teman. Yo soy el ángel de la Paz. Recen
conmigo".
Luego él se arrodilló, doblándose hasta tocar el suelo
con su frente y rezó: "Dios mío, yo creo, yo adoro y yo te amo!, te pido
perdón por aquellos que no creen, no adoran, no confían y no te aman!" El
dijo esta oración tres veces. Cuando se paró, les dijo a los niños "Recen
así. Los corazones de Jesús y María están atento a la voz de sus
suplicaciones" El dejó los niños quienes empezaron a decir esta oración
frecuentemente.
Lucía de Jesús
La principal protagonista de las apariciones,
nació el 22 de marzo de 1907. En Aljustrel, perteneciente a la parroquia de
Fátima.
El día 17 de junio de 1921 ingresó en el
Asilo de Vilar (Porte), dirigido por las religiosas de Santa Dorotea. Después
fue para Tuy, donde tomó el hábito y le pusieron el nombre de María Lucía de
Los Dolores.
Hizo su profesión religiosa de votos
temporales el 3 de octubre de 1928 y el 3 de octubre 1934 los perpetuos. En el
día 24 de marzo de 1948 ingresó en el Carmelo de Santa Teresa en Coimbra,
tomando el nombre de Hermana María Lucía del Corazón Inmaculado. En el día 1 de
mayo de 1949 hizo sus votos solemnes.
La Hermana Lucía vino a Fátima varias veces:
el 22 de mayo de 1946; el 13 de mayo de 1967; en 1981 para dirigir en el
Carmelo de Fátima un trabajo de pintura sobre las apariciones; el 13 de mayo de
1982 y el 13 de mayo de 1991.
Fue llamada a la Casa del Padre el 13 de
febrero de 2005.
Francisco Marto
Nació en Aljustrel, Fátima, el 11 de Junio de
1908. Fue bautizado el 20 de Junio de 1908.
Cayó victima de la neumonía en Diciembre de
1918 y falleció en Aljustrel a las 22 horas del día 4 de Abril de 1919.
Sus restos mortales quedaron sepultados en el
cementerio parroquial de Fátima hasta el día 13 de marzo de 1952, fecha en que
fueron trasladados para la Basílica de Cova da Iria (lado derecho según se
entra).
Su gran preocupación era la de “consolar a
Nuestro Señor”. El Espíritu de amor y reparación para con Dios ofendido, fueron
notables en su vida tan corta. Pasaba horas “pensando en Dios”. Según su
historia, el pequeño Francisco pasaba largas horas "pensando en
Dios", por lo que siempre fue considerado como un contemplativo.
Su precoz vocación de eremita fue reconocida
en el decreto de heroicidad de virtudes, según el que después de las
apariciones "se escondía detrás de los árboles para rezar solo; otras
veces subía a los lugares más elevados y solitarios y ahí se entregaba a la
oración tan intensamente que no oía las voces de los que lo llamaban".
Jacinta Marto
Nació en Aljustrel, Fátima, el 11 de Marzo de
1910. Fue bautizada el 19 de Marzo de 1910. Víctima de la neumonía cayó enferma
en Diciembre de 1918. Estuvo internada en el Hospital de Villa Nueva de Ourém y
por fin en Lisboa, en el hospital de D. Estefanía donde murió a las 22.30 horas
del día 20 de Febrero de 1920.
Del 21 de Enero al 2 de Febrero de 1920,
estuvo en el Orfanato de Nuestra Señora de los Milagros, en la Calle de
Estrella, en Lisboa, casa fundada por la D. María Godinho, a quien Jacinta
llamaba "Madrina". Fue celebrada la Misa de cuerpo presente en la
Iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles, en Lisboa, donde su cuerpo estuvo depositado
hasta el día 24, día en que fue transportada a una urna para el cementerio de
Villa Nueva de Ourém. Fue trasladada para el cementerio de Fátima el 12 de
Septiembre de 1935, fecha en que la urna fue abierta.
El 1 de Mayo de 1951 fue finalmente trasladada
a la Basílica del Santuario.
Más allá de las 5 Apariciones de la Cova de
Iría y 1 de los Ángeles, Nuestra Señora se le apareció a Jacinta 4 veces más en
casa durante la enfermedad, 1 en la Iglesia Parroquial en un jueves de la
Ascensión, y aún en Lisboa en el Orfanato y en el hospital.
Su vida fue caracterizada por el Espíritu de
sacrificio, el amor al Corazón de María, al Santo Padre y a los pecadores. Llevada por la preocupación de la
salvación de los pecadores y del desagravio al Corazón Inmaculado de María, de
todo ofrecía un sacrificio a Dios, como les recomendará el Ángel, diciendo
siempre la oración que Nuestra Señora les enseñará: “Oh Jesús, es por nuestro
amor, por la conversión de los pecadores (y acrecentada, por el Santo Padre) y
en reparación por los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de
María".
Dos de
los tres secretos revelados por la hermana Lucía en 1942 son:
1) "Ustedes han visto el infierno donde
van las almas de los pobres pecadores. Para salvarles, Dios desea establecer en
el mundo devoción a mi Inmaculado Corazón."
2) "La Primera Guerra mundial terminara
pronto. Sin embargo, si la humanidad no deja de ofender a Dios, otra guerra
peor surgirá en el Reino del Papa Pío XI. Cuando ustedes vean una noche
iluminada por una luz desconocida, sepan que éste es el gran signo que Dios les
da, porque él va a castigar el mundo por sus crímenes a través de las guerras,
el hambre, la persecución de la Iglesia y del Santo Padre. Para impedir esto,
Yo vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la
comunión de reparación de los Primeros Sábados.
Si mi petición es acatada, Rusia se
convertirá, y habrá paz. Si no, Rusia transmitirá sus errores a través del
mundo, promoviendo guerras y la persecución de la Iglesia; los buenos serán
martirizados, el Santo Padre tendrá que sufrir mucho, varias naciones serán
aniquiladas; en el final mi Inmaculado Corazón triunfará. El santo Padre
consagrara Rusia a mí la cual se convertirá, y algún tiempo de paz se le dará
al mundo."
Francisco explica el don de la fortaleza en la audiencia general
Texto completo del Papa en español:
Queridos hermanos:
En nuestra vida frecuentemente experimentamos nuestra fragilidad, nuestros límites y clausuras. Con el don de fortaleza, el Espíritu Santo nos ayuda a superar nuestra debilidad, para que seamos capaces de responder al amor del Señor. Hay momentos en que este don se manifiesta de modo extraordinario, como ocurre en el caso de tantos hermanos nuestros que no han dudado en entregar su vida por fidelidad al Señor y a su Evangelio. También hoy sigue habiendo muchos cristianos que, en distintas partes del mundo, dan testimonio de su fe, con convicción y serenidad, aun a costa de sus vidas. Esto sólo es posible por la acción del Espíritu Santo que infunde fortaleza y confianza. Sin embargo, no debemos pensar que este don es sólo para las circunstancias extraordinarias; también en nuestra vida de cada día el Espíritu Santo nos hace sentir la cercanía del Señor, nos sostiene y fortalece en las fatigas y pruebas de la vida, para que no nos dejemos llevar de la tentación del desaliento, y busquemos la santidad en nuestra vida ordinaria. Pero para que todo esto sea realidad, es necesario que al don de fortaleza se le una la humildad del corazón.
********
Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos venidos de España, México, Ecuador, Venezuela, Chile, Argentina y otros países latinoamericanos. Pidamos a la Virgen María que, por su intercesión, el Espíritu Santo nos conceda el don de fortaleza, para que sepamos seguir siempre a Jesús con alegría y perseverancia. Muchas gracias y que Dios los bendiga.
miércoles, 7 de mayo de 2014
El Papa explica el don del Consejo en la audiencia general
Síntesis de esta catequesis que el Papa Francisco pronunció en nuestro idioma:
Hoy consideramos el don de Consejo. Éste es el don con el que el Espíritu Santo nos ayuda a tomar decisiones en nuestra vida concreta, siguiendo la lógica de Jesús y su Evangelio. Ilumina nuestro corazón y nos hace más sensibles a la voz del Espíritu, para que en nuestros pensamientos, sentimientos e intenciones no nos dejemos llevar del egoísmo o de nuestro modo de ver las cosas, sino de lo que Dios quiere.
Al mismo tiempo, nos lleva a conformarnos cada vez más con Jesús, como modelo de nuestro obrar. ¿Qué podemos hacer para ser más dóciles a este don de Consejo? La condición esencial es la oración. Gracias a la intimidad con Dios y a la escucha de su Palabra va madurando en nosotros una sintonía con el Señor, que nos lleva a preguntarnos constantemente: ¿Qué es lo que el Señor desea? ¿Qué es lo que a él le gusta? ¿Cuál es su voluntad?
Por otra parte, el don de consejo, como los demás dones, constituye un tesoro para toda la comunidad cristiana.
Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos venidos de España, México, Guatemala, Colombia, Perú, Uruguay, Venezuela, Argentina y otros países latinoamericanos. Que la intercesión de la Virgen María, en este mes de mayo, nos ayude a vivir nuestra vida cristiana con más docilidad a la voz y al amor del Espíritu Santo. Muchas gracias, que Dios los bendiga y la Virgen los cuide.
miércoles, 30 de abril de 2014
Papa Francisco explica el don del entendimiento en la audiencia general de Hoy miércoles 30/04/2014
Texto completo de la catequesis del Papa traducida al español:
Los dones del Espíritu: el Entendimiento
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Después de haber examinado la sabiduría, como el primero de los siete dones del Espíritu Santo, hoy quisiera centrar la atención sobre el segundo don, es decir, el entendimiento. No se trata aquí de la inteligencia humana, de la capacidad intelectual de la cual podemos ser más o menos dotados. Es, en cambio, una gracia que sólo el Espíritu Santo puede infundir y que suscita en el cristiano la capacidad de ir más allá del aspecto externo de la realidad y escrutar las profundidades del pensamiento de Dios y de su designio de salvación.
El apóstol Pablo, dirigiéndose a la comunidad de Corinto, describe bien los efectos de este don, es decir, qué cosa hace este don del entendimiento en nosotros. Y Pablo dice esto: “lo que nadie vio ni oyó y ni siquiera pudo pensar, aquello que Dios preparó para los que lo aman. Dios nos reveló todo esto por medio del Espíritu…” (1Cor, 2,9-10). Esto obviamente no significa que un cristiano pueda comprender cada cosa y tener un conocimiento pleno de los designios de Dios: todo esto queda en espera de manifestarse en toda su limpidez cuando nos encontraremos ante la presencia de Dios y seremos de verdad una cosa sola con Él. Pero como sugiere la palabra misma, el entendimiento permite “intus legere”, es decir, “leer dentro” y este don nos hace entender las cosas como las entendió Dios, como las entiende Dios, con la inteligencia de Dios. Porque uno puede entender una situación con la inteligencia humana, con prudencia, y está bien. Pero, entender una situación en profundidad como la entiende Dios es el efecto de este don. Y Jesús ha querido enviarnos el Espíritu Santo para que nosotros tengamos este don, para que todos nosotros podamos entender las cosas como Dios las entiende, con la inteligencia de Dios. Es un hermoso regalo que el Señor nos ha hecho a todos nosotros. Es el don con el cual el Espíritu Santo nos introduce en la intimidad con Dios y nos hace partícipes del designio de amor que Él tiene con nosotros.
Es claro, entonces, que el don del entendimiento está estrechamente relacionado con la fe. Cuando el Espíritu Santo habita en nuestro corazón e ilumina nuestra mente, nos hace crecer día a día en la comprensión de lo que el Señor ha dicho y hecho. El mismo Jesús ha dicho a sus discípulos: yo les enviaré el Espíritu Santo y él les hará entender todo lo que yo les he enseñado. Entender las enseñanzas de Jesús, entender su Palabra, entender el Evangelio, entender la Palabra de Dios. Uno puede leer el Evangelio y entender algo, pero si nosotros leemos el Evangelio con este don del Espíritu Santo, podemos entender la profundidad de las palabras de Dios. Y este es un gran don, un gran don que todos nosotros debemos pedir y pedirlo juntos: ¡Danos Señor el don del entendimiento!
Hay un episodio del Evangelio de Lucas, que expresa muy bien la profundidad y la fuerza de este don. Después de ser testigos de la muerte en la cruz y la sepultura de Jesús, dos de sus discípulos, decepcionados y tristes, se van de Jerusalén y vuelven a su aldea llamada Emaús. Mientras están en camino, Jesús resucitado se une a ellos y empieza a hablarles, pero sus ojos, velados por la tristeza y la desesperación, no son capaces de reconocerlo. Jesús camina con ellos, pero ellos estaban tan tristes, tan desesperados que no lo reconocen. Pero cuando el Señor les explica las Escrituras, para que entiendan que Él debía sufrir y morir para luego resucitar, sus mentes se abren y en sus corazones se reaviva la esperanza (cf. Lc 24,13-27 ). Y esto es lo que hace el Espíritu Santo con nosotros: nos abre la mente, nos abre para entender mejor, para entender mejor las cosas de Dios, las cosas humanas, las situaciones, todas las cosas.
¡Es importante el don del entendimiento para nuestra vida cristiana! Pidámoslo al Señor, que nos dé, que nos dé a todos nosotros este don para entender cómo entiende Él las cosas que suceden, y para entender, sobre todo, la palabra de Dios en el Evangelio. Gracias.
domingo, 27 de abril de 2014
Homilía del Papa Francisco en la Canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II
Texto de la homilía del Papa Francisco
En el centro de este domingo, con el que se termina la octava de pascua, y que San Juan Pablo II quiso dedicar a la Divina Misericordia, están las llagas gloriosas de Cristo resucitado.
Él ya las enseñó la primera vez que se apareció a los apóstoles la misma tarde del primer día de la semana, el día de la resurrección. Pero Tomás aquella tarde, como hemos escuchado, no estaba; y, cuando los demás le dijeron que habían visto al Señor, respondió que, mientras no viera y tocara aquellas llagas, no lo creería. Ocho días después, Jesús se apareció de nuevo en el cenáculo, en medio de los discípulos, y Tomás también estaba; se dirigió a él y lo invitó a tocar sus llagas. Y entonces, aquel hombre sincero, aquel hombre acostumbrado a comprobar personalmente las cosas, se arrodilló delante de Jesús y dijo: «Señor mío y Dios mío» (Jn 20,28).
Las llagas de Jesús son un escándalo para la fe, pero son también la comprobación de la fe. Por eso, en el cuerpo de Cristo resucitado las llagas no desaparecen, permanecen, porque aquellas llagas son el signo permanente del amor de Dios por nosotros, y son indispensables para creer en Dios. No para creer que Dios existe, sino para creer que Dios es amor, misericordia, fidelidad. San Pedro, citando a Isaías, escribe a los cristianos: «Sus heridas nos han curado» (1 P 2, 24; Cf. Is 53, 5).
San Juan XXIII y San Juan Pablo II tuvieron el valor de mirar las heridas de Jesús, de tocar sus manos llagadas y su costado traspasado. No se avergonzaron de la carne de Cristo, no se escandalizaron de él, de su cruz; no se avergonzaron de la carne del hermano (Cf. Is 58,7), porque en cada persona que sufría veían a Jesús. Fueron dos hombres valerosos, llenos de la parresia del Espíritu Santo, y dieron testimonio ante la Iglesia y el mundo de la bondad de Dios, de su misericordia.
Fueron sacerdotes, y obispos y Papas del Siglo XX. Conocieron sus tragedias, pero no se abrumaron. En ellos, Dios fue más fuerte; fue más fuerte la fe en Jesucristo Redentor del hombre y Señor de la historia; en ellos fue más fuerte la misericordia de Dios que se manifiesta en estas cinco llagas; más fuerte la cercanía materna de María.
En estos dos hombres contemplativos de las llagas de Cristo y testigos de su misericordia había «una esperanza viva», junto a un «gozo inefable y radiante» (1 P 1,3.8). La esperanza y el gozo que Cristo resucitado da a sus discípulos, y de los que nada ni nadie les podrá privar. La esperanza y el gozo pascual, purificados en el crisol de la humillación, del vaciamiento, de la cercanía a los pecadores hasta el extremo, hasta la náusea a causa de la amargura de aquel cáliz. Ésta es la esperanza y el gozo que los dos papas santos recibieron como un don del Señor resucitado, y que a su vez dieron abundantemente al Pueblo de Dios, recibiendo de él un reconocimiento eterno.
Esta esperanza y esta alegría se respiraba en la primera comunidad de los creyentes, en Jerusalén, como se nos narra en los Hechos de los Apóstoles (Cf. 2, 42-47) que hemos escuchado en la segunda Lectura. Es una comunidad en la que se vive la esencia del Evangelio, esto es, el amor, la misericordia, con simplicidad y fraternidad.
Y ésta es la imagen de la Iglesia que el Concilio Vaticano II tuvo ante sí. Juan XXIII y Juan Pablo II colaboraron con el Espíritu Santo para restaurar y actualizar la Iglesia según su fisionomía originaria, la fisionomía que le dieron los santos a lo largo de los siglos. No olvidemos que son precisamente los santos quienes llevan adelante y hacen crecer la Iglesia. En la convocatoria del Concilio, San Juan XXIII demostró una delicada docilidad al Espíritu Santo, se dejó conducir y fue para la Iglesia un pastor, un guía-guiado, guiado del Espíritu. Éste fue su gran servicio a la Iglesia; por eso a mí me gusta pensar en él como el Papa de la docilidad al Espíritu Santo.
En este servicio al Pueblo de Dios, San Juan Pablo II fue el Papa de la familia. Él mismo, una vez, dijo que así le habría gustado ser recordado, como el Papa de la familia. Me gusta subrayarlo ahora que estamos viviendo un camino sinodal sobre la familia y con las familias, un camino que él, desde el Cielo, ciertamente acompaña y sostiene.
Que estos dos nuevos santos pastores del Pueblo de Dios intercedan por la Iglesia, para que, durante estos dos años de camino sinodal, sea dócil al Espíritu Santo en el servicio pastoral a la familia. Que ambos nos enseñen a no escandalizarnos de las llagas de Cristo, a adentrarnos en el misterio de la misericordia divina que siempre espera, siempre perdona, porque siempre ama.
miércoles, 23 de abril de 2014
Catequesis del Santo Padre Francisco Miércoles 23/04/2014
Texto completo de las palabras del Papa en español:
Queridos hermanos y hermanas:
En estos días celebramos con alegría el gran misterio de la resurrección de Cristo. Es una alegría auténtica, profunda, que se basa en la certeza de que Cristo resucitado ya no muere más, sino que vive y actúa en la Iglesia y en el mundo. No es fácil aceptar la presencia del resucitado en medio de nosotros. La pregunta que el ángel dirigió a las mujeres, aquella mañana de Pascua: “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?”, nos debe interrogar también a nosotros. Buscamos entre los muertos al que vive cada vez que nos encerramos en el egoísmo o en la autocomplacencia, cuando nos dejamos seducir por el poder y las cosas de este mundo, olvidando a Dios y al prójimo, cuando ponemos nuestra esperanza en vanidades mundanas, en el dinero o el éxito; cada vez que perdemos la esperanza o no tenemos fuerzas para rezar, cada vez que nos sentimos solos o abandonados de los amigos, e incluso de Dios, cada vez que nos sentimos prisioneros de nuestros pecados. Esa advertencia del ángel nos ayudará a salir de nuestras tristezas y a abrirnos a la alegría y a la esperanza. La esperanza que remueve las piedras de los sepulcros y nos empuja a anunciar que Jesús esta vivo.
Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos venidos de España, México, Costa Rica, Colombia, Uruguay y Argentina y otros países latinoamericanos. Que en este tiempo de Pascua abramos nuestra vida al encuentro con Cristo resucitado y vivo, el único que puede dar verdadera esperanza.
Fuente: http://www.news.va/es/news/buscamos-entre-los-muertos-al-que-vive-cada-vez-qu
Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos venidos de España, México, Costa Rica, Colombia, Uruguay y Argentina y otros países latinoamericanos. Que en este tiempo de Pascua abramos nuestra vida al encuentro con Cristo resucitado y vivo, el único que puede dar verdadera esperanza.
Fuente: http://www.news.va/es/news/buscamos-entre-los-muertos-al-que-vive-cada-vez-qu
lunes, 21 de abril de 2014
viernes, 18 de abril de 2014
Homilía Jueves Santo Por P. Jaime Pereira
Día litúrgico: Jueves Santo (Misa vespertina de la Cena del Señor)
Texto del Evangelio (Jn 13,1-15): Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Durante la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarle, sabiendo que el Padre le había puesto todo en sus manos y que había salido de Dios y a Dios volvía, se levanta de la mesa, se quita sus vestidos y, tomando una toalla, se la ciñó. Luego echa agua en un lebrillo y se puso a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla con que estaba ceñido.
Llega a Simón Pedro; éste le dice: «Señor, ¿tú lavarme a mí los pies?». Jesús le respondió: «Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora: lo comprenderás más tarde». Le dice Pedro: «No me lavarás los pies jamás». Jesús le respondió: «Si no te lavo, no tienes parte conmigo». Le dice Simón Pedro: «Señor, no sólo los pies, sino hasta las manos y la cabeza». Jesús le dice: «El que se ha bañado, no necesita lavarse; está del todo limpio. Y vosotros estáis limpios, aunque no todos». Sabía quién le iba a entregar, y por eso dijo: «No estáis limpios todos».
Después que les lavó los pies, tomó sus vestidos, volvió a la mesa, y les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros. Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros».
domingo, 6 de abril de 2014
sábado, 22 de marzo de 2014
EL AMOR
Hay que resaltar que el amor tiene que “salir
del pensamiento”: de la idea ilusoria de que uno es bueno porque no mata, ni
roba ni violenta a nadie; o del espejismo de que se es suficientemente bueno
porque se realiza un cierto número de tareas a favor de los parientes, amigos y
conocidos (que nos pueden pagar con la misma moneda). La autenticidad del amor
pide llegar a todos –comenzando lógicamente por los que
están más cerca–; no excluir a nadie, ni siquiera a los enemigos. Se dice que
el mayor desamor es la indiferencia. “No pases indiferente ante el dolor ajeno.
Esa persona, un pariente, un amigo, un colega…, ése que no conoces es tu
hermano"). La autenticidad
cristiana es realmente exigente. No basta “estar seguro” o “convencido” de que
el amor es importante, sino que hay que servir realmente a los demás, y
preferentemente a los más pobres y desfavorecidos. Lo demás no es coherencia,
no es autenticidad. Al menos no es la autenticidad del Evangelio, porque esa, y
no otra, es la “lógica” cristiana: dar gratis y dar primero, dar sin esperar
recompensa ni agradecimientos. “Dar hasta que duela”, según Teresa de Calculta.
Pastoral de Liturgia
miércoles, 19 de marzo de 2014
Mensaje de Cuaresma 2014 de Mons. Saul Figueroa, Obispo de Puerto Cabello
A nuestros sacerdotes, religiosos, religiosas y fieles laicos
1. La Cuaresma es el tiempo litúrgico de
preparación para la Pascua, centro de la vida cristiana. Durante el mismo
debemos encontrarnos con Jesucristo, el Hijo de Dios que murió y resucitó para
darnos la vida eterna. Sólo quien se encuentra con Jesucristo es capaz de
convertirse. De allí que el tema recurrente de la Cuaresma sea precisamente la
conversión. Las prácticas cuaresmales tradicionales; la oración, el sacrificio
y la caridad, pretenden, en última instancia, favorecer esa tarea.
2. En lo que atañe a la oración, es muy importante
que en este tiempo, profundicemos en la plegaria diaria, a través del coloquio
cotidiano con el Señor. Lo mismo dígase de la oración litúrgica,
particularmente, la Eucaristía, centro de la vida cristiana. De igual manera,
debemos aprovechar al máximo el sacramento de la Reconciliación. Así como
incentivar la lectura de la Sagrada Escritura.
3. Respecto al sacrificio en el tiempo de Cuaresma,
es recomendable incentivarlo con el fin de controlar y dominar nuestras malas
inclinaciones. El ayuno y la abstinencia siguen siendo unas prácticas muy
laudables. Sin embargo, si éstas no vienen acompañados por el cumplimiento de
muestras obligaciones diarias, correrían el peligro de convertirse en meras
realizaciones externas. El Señor no quiere que lo alabemos sólo con los labios.
4. La tercera práctica cuaresmal es la caridad.
Ésta es el “corazón de la vida cristiana”, es el mayor signo de la conversión
cristiana, que nos lleva a fijar la mirada en el otro, a no ver a los demás
como seres extraños, sino como prójimos. En el mensaje de Cuaresma de su Santidad
Francisco denominado “Se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza” (cfr. 2
Cor 8, 9), nos invita a hacer frente a la miseria. Que ofrezcamos un servicio
de diakonia, para responder a las necesidades y curar las heridas que
desfiguran el rostro de la humanidad. En los pobres vemos el rostro de Cristo;
amando y ayudando a los pobres amamos y servimos a Cristo. Nuestros esfuerzos
se deben orientar a encontrar el modo de que cesen en el mundo las violaciones
de la dignidad humana, las discriminaciones y los abusos, que, en tantos casos,
son el origen de la miseria. (Cfr. FRANCISCO, Mensaje para la Cuaresma 2014)
Por tanto, la cuaresma es una buena oportunidad
para intensificar el testimonio de la caridad. Especialmente hacia los más
pobres. Ojalá, sirva esta cuaresma, para organizar mejorar nuestra pastoral
social en nuestra Diócesis. Que todas nuestras parroquias tengan alguna obra
social de cualquier índole: un comedor, una farmacia, un dispensario médico, un
ropero, mercado para los pobres.
5. Durante este tiempo cuaresmal, la Iglesia en
Venezuela concretiza la practica de la caridad en la Campaña Compartir, que
tiene este año como tema la alimentación: “Una sola familia humana, alimentos
para todos”. “Sembrando la alimentación, nacerá la vida”. Esta campaña busca
concientizar sobre el derecho a la alimentación, como algo legal y claramente
definido, que obligue a los gobiernos a reducir la desnutrición crónica, la
malnutrición y garanticen la seguridad alimentaria de la población, entendida
como la disponibilidad suficiente de alimentos. Esto se puede lograr, entre
otras cosas, a través de la promoción de diferentes iniciativas que permitan
desarrollar un trabajo en favor de los más pobres.
6. Por último, no podemos permanecer indiferentes
ante la grave situación de convulsión política y social que vive actualmente
nuestro país. Todos anhelamos una paz duradera y permanente para nuestra
sociedad. Por ello las partes involucradas deben hacer un inmenso sacrificio
que les lleve a sacrificar posturas rígidas y soberbias que no conducen en nada
a resolver los graves problemas que confrontamos. Así mismo, no debemos olvidar
que la paz, no es solamente el producto de acuerdos políticos e ideológicos. Es
necesario también pedir al Príncipe de la paz que nos la conceda. Para ello es
necesario también contar con la oración y el sacrificio, propios de este tiempo
de cuaresma.
7. Queridos hermanos, los invito a celebrar con
intensidad la cuaresma. Deseamos que nuestra relación con Cristo sea cada vez
más fuerte. Pues sólo en él tenemos la certeza para mirar al futuro y la
garantía de un amor auténtico y duradero. Con mis mejores deseos por una santa
y fecunda Cuaresma, les encomiendo a la intercesión de la Santísima Virgen
María y de San José y de corazón les imparto a todos mi bendición.
Puerto Cabello, 17 de marzo de 2014
+Saúl Figueroa Albornoz
Obispo de Puerto Cabello
viernes, 14 de marzo de 2014
10 secretos para tratar de vivir mejor
1. LA ACTITUD: La Felicidad es una elección que puedo hacer
en cualquier momento y en cualquier lugar. Mis pensamientos son los que me
hacen sentir feliz o desgraciado, no mis circunstancias. Sé capaz de cambiarte
a ti mismo, y el mundo cambiará contigo...
Recuerda que lo único que puedes controlar en el mundo son tus
pensamientos...
2. EL CUERPO: Mis sentimientos son influenciados por mi
postura. “Nada como una sonrisa…” Una postura adecuada genera una disposición
feliz. Es importante también que hagas ejercicio, éste nos libera del estrés y
genera la secreción de endorfinas, que hacen que nos sintamos bien. Mira siempre hacia arriba (Dios) y sólo
podrás reír, pues no conozco a nadie que haya
podido llorar en esa postura.
3. EL MOMENTO: La felicidad no está en los años, meses, en
las semanas, ni siquiera en los días. Sólo se la puede encontrar en cada
momento. "Hoy es el mañana del ayer…”
Además la vida siempre tiene derecho a sorprendernos, así que aprende a
vivir el presente sin ninguno de los traumas del pasado ni las expectativas del
futuro. Recuerda que la Felicidad no es
una meta, sino un trayecto. Disfruta de cada momento como si en él se
combinaran tu pasado, tu presente y tu
futuro.
4. NUESTRA PROPIA
IMAGEN: Debo aprender a amarme a mí
mismo como soy. Creer en ti mismo da resultados. Sólo al querernos podemos
abrir el corazón a que nos quieran. Cuanto más te conozcas, en mayor medida
podrás darte a los demás. Dag
Hammarshöld decía: "El camino más difícil es el camino al interior"...
y, al menos una vez en la vida, debemos
recorrerlo.
5. LAS METAS: Sabes cuál es la diferencia entre un sueño y
una meta? Una meta es un sueño con una
fecha concreta para convertirse en realidad. Un sueño es solo un sueño, algo
que está fuera de la realidad... así que atrévete a soñar, pero atrévete
también a esforzarte por lograr que esos sueños se hagan realidad! "Apunta
hacia la Luna, pues aunque te equivoques, irás a parar a las estrellas..."
Y cuando te pongas una meta difícil o creas que tienes un sueño imposible,
recuerda que el éxito es sólo la recompensa, pues lo que vale es el
esfuerzo.
6. EL HUMOR: La sonrisa es muy importante para mejorar la
autoestima. Cuando sonreímos, aunque no sintamos nada, nuestro cerebro lo
entiende como una señal de que todo va
bien y manda un mensaje al sistema nervioso central para que libere una sustancia llamada beta-endorfina, que da a
la mente una respuesta positiva. Dicen que una sonrisa cuesta menos que la
electricidad, pero que da más luz.. Además, con cada sonrisa que le das a alguien o a ti mismo siembras
una semilla de esperanza.
7. LAS RELACIONES: La sinergia es unir fuerzas y caminar juntos
para conseguir cosas... Siempre que dos
o más personas se unen en un espíritu de colaboración y respeto, la sinergia,
basada en la comunicación y empatía se manifiestan naturalmente. Trata de
entender a las personas que te rodean, quiere a tus amigos como son sin intenta
cambiarlos, porque cuando te sientas mal, sin importar como sean, el verdadero
amigo estará allí para apoyarte y brindarte todo su amor. Así que cultiva tus
amistades, pues ellas nos son gratis! La amistad, al igual que la mayoría de
los sentimientos, debe fluir de manera natural, debe alimentarse a través de
detalles. Por ello la verdadera amistad no puede basarse en condiciones,
intereses ni requisitos.
8. EL PERDON: Mientras mantengas odios y resentimientos en
tu corazón, será imposible ser feliz. Lo maravilloso del perdón no es que
libera al otro de su eventual culpa, sino que te libera a ti de un sufrimiento
para el alma. La vida es muy bella como para mantener sentimientos negativos en
nuestro camino...
9. DAR: Uno de los verdaderos secretos para ser
feliz es aprender a dar sin esperar nada a cambio. Las leyes de la energía y la justicia te
devolverán con creces lo que des. Si das odio, recibirás odio tarde o temprano,
pero si das amor, recibirás multiplicado ese amor. Quien ama de verdad da todo
de sí por hacer feliz a su amado. Sólo
el que aprende a dar desinteresadamente, está en camino de descubrir la
verdadera felicidad.
10. LA FE: La Fe,
crea confianza, nos da paz mental y libera al alma de sus dudas,
preocupaciones, ansiedad y miedos. ¡Ten
fe, esperanza y optimismo en ti mismo y en todos los proyectos que quieras
emprender! Pero no te asustes cuando dudes, simplemente desea las cosas de
todo corazón y lleno de fe porque
“Querer es poder”. Dicen que el hombre
llega a ser sabio cuando aprende a reírse de sí mismo. Así que ríe, ríe alegremente... ¡y el mundo
reirá contigo!.
En fin desde
nuestro punto de vista, la vida hay que vivirla, hay que saber ser un buen
cristiano, amar a nuestro Dios por sobre todas las cosas, amar a nuestro
hermano, perdonar, no tener odio ni rencor en nuestros corazones, cultivar
amor, nosotros somos el resultado de lo que hacemos repetidamente. La
excelencia entonces, no es un acto, sino un hábito, pues Dios no nos ha dado un
espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio.
1 Corintios 16:13
Manténganse alerta; permanezcan firmes en la fe; sean valientes y
fuertes.
1 Pedro
1:13
Sean
santos, por eso, dispónganse para actuar con inteligencia; tengan dominio
propio; pongan su esperanza completamente en la gracia que se les dará cuando
se revele Jesucristo
Según Eduardo Verastegui
“Debemos orar siempre, no hasta que Dios nos escuche, sino hasta que podamos oír a Dios”.
Divina Misericordia en ti confío
Aportado por el Ministerio de Música Divina Misericordia
jueves, 6 de marzo de 2014
MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO PARA LA CUARESMA 2014
Se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza (cfr.
2 Cor 8, 9)
Papa Francisco Foto cortesía El Universal |
Queridos hermanos y hermanas:
Con ocasión de la Cuaresma os propongo algunas reflexiones, a fin de que os
sirvan para el camino personal y comunitario de conversión. Comienzo recordando
las palabras de san Pablo: «Pues conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo,
el cual, siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su
pobreza» (2 Cor 8, 9). El Apóstol se dirige a los cristianos de
Corinto para alentarlos a ser generosos y ayudar a los fieles de Jerusalén que
pasan necesidad. ¿Qué nos dicen, a los cristianos de hoy, estas palabras de san
Pablo? ¿Qué nos dice hoy, a nosotros, la invitación a la pobreza, a una vida
pobre en sentido evangélico?
La gracia de Cristo
Ante todo, nos dicen cuál es el estilo de Dios. Dios no se revela mediante el
poder y la riqueza del mundo, sino mediante la debilidad y la pobreza: «Siendo rico, se hizo pobre por vosotros…». Cristo, el Hijo eterno de Dios, igual al Padre en poder y gloria, se hizo pobre; descendió en
medio de nosotros, se acercó a cada uno de nosotros; se desnudó, se “vació”,
para ser en todo semejante a nosotros (cfr. Flp 2, 7; Heb 4, 15).
¡Qué gran misterio la encarnación de Dios! La razón de todo esto es el amor
divino, un amor que es gracia, generosidad, deseo de proximidad, y que no duda
en darse y sacrificarse por las criaturas a las que ama. La caridad, el amor es
compartir en todo la suerte del amado. El amor nos hace semejantes, crea
igualdad, derriba los muros y las distancias. Y Dios hizo esto con nosotros.
Jesús, en efecto, «trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad
de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo
verdaderamente uno de nosotros, en todo semejante a nosotros excepto en el
pecado» (Conc. Ecum. Vat. II, Const. past.
Gaudium et spes, 22).
La finalidad de Jesús al hacerse pobre no es la pobreza en sí misma, sino —dice
san Pablo— «...para enriqueceros con su pobreza». No se trata de un juego de
palabras ni de una expresión para causar sensación. Al contrario, es una
síntesis de la lógica de Dios, la lógica del amor, la lógica de la Encarnación y
la Cruz. Dios no hizo caer sobre nosotros la salvación desde lo alto, como la
limosna de quien da parte de lo que para él es superfluo con aparente piedad
filantrópica. ¡El amor de Cristo no es esto! Cuando Jesús entra en las aguas del Jordán y se hace bautizar por Juan el
Bautista, no lo hace porque necesita penitencia, conversión; lo hace para estar
en medio de la gente, necesitada de perdón, entre nosotros, pecadores, y cargar
con el peso de nuestros pecados. Este es el camino que ha elegido para
consolarnos, salvarnos, liberarnos de nuestra miseria. Nos sorprende que el
Apóstol diga que fuimos liberados no por medio de la riqueza de Cristo, sino
por medio de su pobreza. Y, sin embargo, san Pablo conoce bien la
«riqueza insondable de Cristo» (Ef 3, 8), «heredero de todo» (Heb
1, 2).
¿Qué es, pues, esta pobreza con la que Jesús nos libera y nos enriquece? Es
precisamente su modo de amarnos, de estar cerca de nosotros, como el buen
samaritano que se acerca a ese hombre que todos habían abandonado medio muerto al borde del camino (cfr. Lc 10, 25ss). Lo que nos da
verdadera libertad, verdadera salvación y verdadera felicidad es su amor lleno
de compasión, de ternura, que quiere compartir con nosotros. La pobreza de
Cristo que nos enriquece consiste en el hecho que se hizo carne, cargó con
nuestras debilidades y nuestros pecados, comunicándonos la misericordia infinita
de Dios. La pobreza de Cristo es la mayor riqueza: la riqueza de Jesús es su
confianza ilimitada en Dios Padre, es encomendarse a Él en todo momento,
buscando siempre y solamente su voluntad y su gloria. Es rico como lo es un niño
que se siente amado por sus padres y los ama, sin dudar ni un instante de su
amor y su ternura. La riqueza de Jesús radica en el hecho de ser el Hijo,
su relación única con el Padre es la prerrogativa soberana de este Mesías pobre.
Cuando Jesús nos invita a tomar su “yugo llevadero”, nos invita a enriquecernos
con esta “rica pobreza” y “pobre riqueza” suyas, a compartir con Él su espíritu
filial y fraterno, a convertirnos en hijos en el Hijo, hermanos en el Hermano
Primogénito (cfr Rom 8, 29).
Se ha dicho que la única verdadera tristeza es no ser santos (L. Bloy);
podríamos decir también que hay una única verdadera miseria: no vivir como hijos
de Dios y hermanos de Cristo.
Nuestro testimonio
Podríamos pensar que este “camino” de la pobreza fue el de Jesús, mientras que
nosotros, que venimos después de Él, podemos salvar el mundo con los medios
humanos adecuados. No es así. En toda época y en todo lugar, Dios sigue salvando a los hombres y salvando
el mundo mediante la pobreza de Cristo, el cual se hace pobre en los
Sacramentos, en la Palabra y en su Iglesia, que es un pueblo de pobres. La
riqueza de Dios no puede pasar a través de nuestra riqueza, sino siempre y
solamente a través de nuestra pobreza, personal y comunitaria, animada por el
Espíritu de Cristo.
A imitación de nuestro Maestro, los cristianos estamos llamados a mirar las
miserias de los hermanos, a tocarlas, a hacernos cargo de ellas y a realizar
obras concretas a fin de aliviarlas. La miseria no coincide con la
pobreza; la miseria es la pobreza sin confianza, sin solidaridad, sin
esperanza. Podemos distinguir tres tipos de miseria: la miseria material, la
miseria moral y la miseria espiritual. La miseria material es la que
habitualmente llamamos pobreza y toca a cuantos viven en una condición que no es
digna de la persona humana: privados de sus derechos fundamentales y de los
bienes de primera necesidad como la comida, el agua, las condiciones higiénicas,
el trabajo, la posibilidad de desarrollo y de crecimiento cultural. Frente a
esta miseria la Iglesia ofrece su servicio, su diakonia, para responder a
las necesidades y curar estas heridas que desfiguran el rostro de la humanidad.
En los pobres y en los últimos vemos el rostro de Cristo; amando y ayudando a
los pobres amamos y servimos a Cristo. Nuestros esfuerzos se orientan
asimismo a encontrar el modo de que cesen en el mundo las violaciones de la
dignidad humana, las discriminaciones y los abusos, que, en tantos casos, son el
origen de la miseria. Cuando el poder, el lujo y el dinero se convierten en
ídolos, se anteponen a la exigencia de una distribución justa de las riquezas.
Por tanto, es necesario que las conciencias se conviertan a la justicia, a la
igualdad, a la sobriedad y al compartir.
No es menos preocupante la miseria moral, que consiste en convertirse en
esclavos del vicio y del pecado. ¡Cuántas familias viven angustiadas porque
alguno de sus miembros —a menudo joven— tiene dependencia del alcohol, las
drogas, el juego o la pornografía! ¡Cuántas personas han perdido el sentido de
la vida, están privadas de perspectivas para el futuro y han perdido la
esperanza! Y cuántas personas se ven obligadas a vivir esta miseria por
condiciones sociales injustas, por falta de un trabajo, lo cual les priva de la
dignidad que da llevar el pan a casa, por falta de igualdad respecto de los
derechos a la educación y la salud. En estos casos la miseria moral bien podría
llamarse casi suicidio incipiente. Esta forma de miseria, que también es causa
de ruina económica, siempre va unida a la miseria espiritual, que nos
golpea cuando nos alejamos de Dios y rechazamos su amor. Si consideramos que no
necesitamos a Dios, que en Cristo nos tiende la mano, porque pensamos que nos
bastamos a nosotros mismos, nos encaminamos por un camino de fracaso. Dios es el
único que verdaderamente salva y libera.
El Evangelio es el verdadero antídoto contra la miseria espiritual: en cada
ambiente el cristiano está llamado a llevar el anuncio liberador de que existe
el perdón del mal cometido, que Dios es más grande que nuestro pecado y nos ama
gratuitamente, siempre, y que estamos hechos para la comunión y para la vida
eterna. ¡El Señor nos invita a anunciar con gozo este mensaje de misericordia y de esperanza!
Es hermoso experimentar la alegría de extender esta buena nueva, de compartir el
tesoro que se nos ha confiado, para consolar los corazones afligidos y dar
esperanza a tantos hermanos y hermanas sumidos en el vacío. Se trata de seguir e
imitar a Jesús, que fue en busca de los pobres y los pecadores como el pastor con la oveja
perdida, y lo hizo lleno de amor. Unidos a Él, podemos abrir con valentía nuevos caminos de evangelización y promoción humana.
Queridos hermanos y hermanas, que este tiempo de Cuaresma encuentre a toda la Iglesia dispuesta y solícita a
la hora de testimoniar a cuantos viven en la miseria material, moral y
espiritual el mensaje evangélico, que se resume en el anuncio del amor del Padre
misericordioso, listo para abrazar en Cristo a cada persona. Podremos hacerlo en
la medida en que nos conformemos a Cristo, que se hizo pobre y nos enriqueció
con su pobreza. La Cuaresma es un tiempo adecuado para despojarse; y nos hará
bien preguntarnos de qué podemos privarnos a fin de ayudar y enriquecer a otros
con nuestra pobreza. No olvidemos que la verdadera pobreza duele: no sería
válido un despojo sin esta dimensión penitencial. Desconfío de la limosna que no
cuesta y no duele.
Que el Espíritu Santo, gracias al cual «[somos] como pobres, pero que enriquecen
a muchos; como necesitados, pero poseyéndolo todo» (2 Cor 6, 10),
sostenga nuestros propósitos y fortalezca en nosotros la atención y la
responsabilidad ante la miseria humana, para que seamos misericordiosos y agentes de misericordia.
Con este deseo, aseguro mi oración por todos los creyentes. Que cada comunidad
eclesial recorra provechosamente el camino cuaresmal. Os pido que recéis por mí.
Que el Señor os bendiga y la Virgen os guarde.
Vaticano, 26 de diciembre de 2013
Fiesta de San Esteban, diácono y protomártir
FRANCISCO
Fuente: http://www.vatican.va/holy_father/francesco/messages/lent/documents/papa-francesco_20131226_messaggio-quaresima2014_sp.html
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