sábado, 22 de marzo de 2014

EL AMOR


Hay que resaltar que el amor tiene que “salir del pensamiento”: de la idea ilusoria de que uno es bueno porque no mata, ni roba ni violenta a nadie; o del espejismo de que se es suficientemente bueno porque se realiza un cierto número de tareas a favor de los parientes, amigos y conocidos (que nos pueden pagar con la misma moneda). La autenticidad del amor pide llegar a todos –comenzando lógicamente por los que están más cerca–; no excluir a nadie, ni siquiera a los enemigos. Se dice que el mayor desamor es la indiferencia. “No pases indiferente ante el dolor ajeno. Esa persona, un pariente, un amigo, un colega…, ése que no conoces es tu hermano").  La autenticidad cristiana es realmente exigente. No basta “estar seguro” o “convencido” de que el amor es importante, sino que hay que servir realmente a los demás, y preferentemente a los más pobres y desfavorecidos. Lo demás no es coherencia, no es autenticidad. Al menos no es la autenticidad del Evangelio, porque esa, y no otra, es la “lógica” cristiana: dar gratis y dar primero, dar sin esperar recompensa ni agradecimientos. “Dar hasta que duela”, según Teresa de Calculta.

Pastoral de Liturgia

miércoles, 19 de marzo de 2014

Mensaje de Cuaresma 2014 de Mons. Saul Figueroa, Obispo de Puerto Cabello


A nuestros sacerdotes, religiosos, religiosas y fieles laicos


1. La Cuaresma es el tiempo litúrgico de preparación para la Pascua, centro de la vida cristiana. Durante el mismo debemos encontrarnos con Jesucristo, el Hijo de Dios que murió y resucitó para darnos la vida eterna. Sólo quien se encuentra con Jesucristo es capaz de convertirse. De allí que el tema recurrente de la Cuaresma sea precisamente la conversión. Las prácticas cuaresmales tradicionales; la oración, el sacrificio y la caridad, pretenden, en última instancia, favorecer esa tarea.

2. En lo que atañe a la oración, es muy importante que en este tiempo, profundicemos en la plegaria diaria, a través del coloquio cotidiano con el Señor. Lo mismo dígase de la oración litúrgica, particularmente, la Eucaristía, centro de la vida cristiana. De igual manera, debemos aprovechar al máximo el sacramento de la Reconciliación. Así como incentivar la lectura de la Sagrada Escritura. 


3. Respecto al sacrificio en el tiempo de Cuaresma, es recomendable incentivarlo con el fin de controlar y dominar nuestras malas inclinaciones. El ayuno y la abstinencia siguen siendo unas prácticas muy laudables. Sin embargo, si éstas no vienen acompañados por el cumplimiento de muestras obligaciones diarias, correrían el peligro de convertirse en meras realizaciones externas. El Señor no quiere que lo alabemos sólo con los labios.


4. La tercera práctica cuaresmal es la caridad. Ésta es el “corazón de la vida cristiana”, es el mayor signo de la conversión cristiana, que nos lleva a fijar la mirada en el otro, a no ver a los demás como seres extraños, sino como prójimos. En el mensaje de Cuaresma de su Santidad Francisco denominado “Se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza” (cfr. 2 Cor 8, 9), nos invita a hacer frente a la miseria. Que ofrezcamos un servicio de diakonia, para responder a las necesidades y curar las heridas que desfiguran el rostro de la humanidad. En los pobres vemos el rostro de Cristo; amando y ayudando a los pobres amamos y servimos a Cristo. Nuestros esfuerzos se deben orientar a encontrar el modo de que cesen en el mundo las violaciones de la dignidad humana, las discriminaciones y los abusos, que, en tantos casos, son el origen de la miseria. (Cfr. FRANCISCO, Mensaje para la Cuaresma 2014) 

Por tanto, la cuaresma es una buena oportunidad para intensificar el testimonio de la caridad. Especialmente hacia los más pobres. Ojalá, sirva esta cuaresma, para organizar mejorar nuestra pastoral social en nuestra Diócesis. Que todas nuestras parroquias tengan alguna obra social de cualquier índole: un comedor, una farmacia, un dispensario médico, un ropero, mercado para los pobres.


5. Durante este tiempo cuaresmal, la Iglesia en Venezuela concretiza la practica de la caridad en la Campaña Compartir, que tiene este año como tema la alimentación: “Una sola familia humana, alimentos para todos”. “Sembrando la alimentación, nacerá la vida”. Esta campaña busca concientizar sobre el derecho a la alimentación, como algo legal y claramente definido, que obligue a los gobiernos a reducir la desnutrición crónica, la malnutrición y garanticen la seguridad alimentaria de la población, entendida como la disponibilidad suficiente de alimentos. Esto se puede lograr, entre otras cosas, a través de la promoción de diferentes iniciativas que permitan desarrollar un trabajo en favor de los más pobres.


6. Por último, no podemos permanecer indiferentes ante la grave situación de convulsión política y social que vive actualmente nuestro país. Todos anhelamos una paz duradera y permanente para nuestra sociedad. Por ello las partes involucradas deben hacer un inmenso sacrificio que les lleve a sacrificar posturas rígidas y soberbias que no conducen en nada a resolver los graves problemas que confrontamos. Así mismo, no debemos olvidar que la paz, no es solamente el producto de acuerdos políticos e ideológicos. Es necesario también pedir al Príncipe de la paz que nos la conceda. Para ello es necesario también contar con la oración y el sacrificio, propios de este tiempo de cuaresma.


7. Queridos hermanos, los invito a celebrar con intensidad la cuaresma. Deseamos que nuestra relación con Cristo sea cada vez más fuerte. Pues sólo en él tenemos la certeza para mirar al futuro y la garantía de un amor auténtico y duradero. Con mis mejores deseos por una santa y fecunda Cuaresma, les encomiendo a la intercesión de la Santísima Virgen María y de San José y de corazón les imparto a todos mi bendición.


Puerto Cabello, 17 de marzo de 2014
+Saúl Figueroa Albornoz
Obispo de Puerto Cabello

viernes, 14 de marzo de 2014

10 secretos para tratar de vivir mejor



1. LA ACTITUD:   La Felicidad es una elección que puedo hacer en cualquier momento y en cualquier lugar. Mis pensamientos son los que me hacen sentir feliz o desgraciado, no mis circunstancias. Sé capaz de cambiarte a ti mismo, y el mundo cambiará contigo...   Recuerda que lo único que puedes controlar en el mundo son tus pensamientos...    

2. EL CUERPO:   Mis sentimientos son influenciados por mi postura. “Nada como una sonrisa…” Una postura adecuada genera una disposición feliz. Es importante también que hagas ejercicio, éste nos libera del estrés y genera la secreción de endorfinas, que hacen que nos sintamos bien.   Mira siempre hacia arriba (Dios) y sólo podrás reír, pues no conozco a nadie que haya  podido llorar en esa postura.  

3. EL MOMENTO:   La felicidad no está en los años, meses, en las semanas, ni siquiera en los días. Sólo se la puede encontrar en cada momento. "Hoy es el mañana del ayer…”   Además la vida siempre tiene derecho a sorprendernos, así que aprende a vivir el presente sin ninguno de los traumas del pasado ni las expectativas del futuro.   Recuerda que la Felicidad no es una meta, sino un trayecto. Disfruta de cada momento como si en él se combinaran  tu pasado, tu presente y tu futuro.   

4. NUESTRA PROPIA IMAGEN:   Debo aprender a amarme a mí mismo como soy. Creer en ti mismo da resultados. Sólo al querernos podemos abrir el corazón a que nos quieran. Cuanto más te conozcas, en mayor medida podrás darte a los demás.  Dag Hammarshöld decía: "El camino más difícil es el camino al interior"... y, al menos   una vez en la vida, debemos recorrerlo.  

5. LAS METAS:   Sabes cuál es la diferencia entre un sueño y una meta?   Una meta es un sueño con una fecha concreta para convertirse en realidad. Un sueño es solo un sueño, algo que está fuera de la realidad... así que atrévete a soñar, pero atrévete también a esforzarte por lograr que esos sueños se hagan realidad! "Apunta hacia la Luna, pues aunque te equivoques, irás a parar a las estrellas..." Y cuando te pongas una meta difícil o creas que tienes un sueño imposible, recuerda que el éxito es sólo la recompensa, pues lo que vale es el esfuerzo.  

6. EL HUMOR:   La sonrisa es muy importante para mejorar la autoestima. Cuando sonreímos, aunque no sintamos nada, nuestro cerebro lo entiende como una señal de   que todo va bien y manda un mensaje al sistema nervioso central para que libere una   sustancia llamada beta-endorfina, que da a la mente una respuesta positiva. Dicen que una sonrisa cuesta menos que la electricidad, pero que da más luz.. Además, con cada sonrisa  que le das a alguien o a ti mismo siembras una semilla de esperanza.   

7. LAS RELACIONES:   La sinergia es unir fuerzas y caminar juntos para conseguir cosas...   Siempre que dos o más personas se unen en un espíritu de colaboración y respeto, la sinergia, basada en la comunicación y empatía se manifiestan naturalmente. Trata de entender a las personas que te rodean, quiere a tus amigos como son sin intenta cambiarlos, porque cuando te sientas mal, sin importar como sean, el verdadero amigo estará allí para apoyarte y brindarte todo su amor. Así que cultiva tus amistades, pues ellas nos son gratis! La amistad, al igual que la mayoría de los sentimientos, debe fluir de manera natural, debe alimentarse a través de detalles. Por ello la verdadera amistad no puede basarse en condiciones, intereses ni requisitos.   

8. EL PERDON:   Mientras mantengas odios y resentimientos en tu corazón, será imposible ser feliz. Lo maravilloso del perdón no es que libera al otro de su eventual culpa, sino que te libera a ti de un sufrimiento para el alma. La vida es muy bella como para mantener sentimientos negativos en nuestro camino...   

9. DAR:   Uno de los verdaderos secretos para ser feliz es aprender a dar sin esperar nada a cambio.   Las leyes de la energía y la justicia te devolverán con creces lo que des. Si das odio, recibirás odio tarde o temprano, pero si das amor, recibirás multiplicado ese amor. Quien ama de verdad da todo de sí por hacer feliz a su amado.   Sólo el que aprende a dar desinteresadamente, está en camino de descubrir la verdadera   felicidad.    

10. LA FE:   La Fe,  crea confianza, nos da paz mental y libera al alma de sus dudas, preocupaciones,   ansiedad y miedos. ¡Ten fe, esperanza y optimismo en ti mismo y en todos los proyectos que quieras emprender! Pero no te asustes cuando dudes, simplemente desea las cosas de todo   corazón y lleno de fe porque “Querer es poder”.   Dicen que el hombre llega a ser sabio cuando aprende a reírse de sí mismo.   Así que ríe, ríe alegremente... ¡y el mundo reirá contigo!.

         En fin desde nuestro punto de vista, la vida hay que vivirla, hay que saber ser un buen cristiano, amar a nuestro Dios por sobre todas las cosas, amar a nuestro hermano, perdonar, no tener odio ni rencor en nuestros corazones, cultivar amor, nosotros somos el resultado de lo que hacemos repetidamente. La excelencia entonces, no es un acto, sino un hábito, pues Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio.

             1 Corintios 16:13
             Manténganse alerta; permanezcan firmes en la fe; sean valientes y fuertes.
             1 Pedro 1:13
             Sean santos, por eso, dispónganse para actuar con inteligencia; tengan dominio propio; pongan su esperanza completamente en la gracia que se les dará cuando se revele Jesucristo

Según Eduardo Verastegui
          
  “Debemos orar siempre, no hasta que Dios nos escuche, sino hasta que podamos oír a Dios”.

Divina Misericordia en ti confío


Aportado por el Ministerio de Música Divina Misericordia

jueves, 6 de marzo de 2014

MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO PARA LA CUARESMA 2014

Se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza (cfr. 2 Cor 8, 9)

Papa Francisco  Foto cortesía El Universal

Queridos hermanos y hermanas:
Con ocasión de la Cuaresma os propongo algunas reflexiones, a fin de que os sirvan para el camino personal y comunitario de conversión. Comienzo recordando las palabras de san Pablo: «Pues conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza» (2 Cor 8, 9). El Apóstol se dirige a los cristianos de Corinto para alentarlos a ser generosos y ayudar a los fieles de Jerusalén que pasan necesidad. ¿Qué nos dicen, a los cristianos de hoy, estas palabras de san Pablo? ¿Qué nos dice hoy, a nosotros, la invitación a la pobreza, a una vida pobre en sentido evangélico?

La gracia de Cristo
 Ante todo, nos dicen cuál es el estilo de Dios. Dios no se revela mediante el poder y la riqueza del mundo, sino mediante la debilidad y la pobreza: «Siendo rico, se hizo pobre por vosotros…». Cristo, el Hijo eterno de Dios, igual al Padre en poder y gloria, se hizo pobre; descendió en medio de nosotros, se acercó a cada uno de nosotros; se desnudó, se “vació”, para ser en todo semejante a nosotros (cfr. Flp 2, 7; Heb 4, 15). ¡Qué gran misterio la encarnación de Dios! La razón de todo esto es el amor divino, un amor que es gracia, generosidad, deseo de proximidad, y que no duda en darse y sacrificarse por las criaturas a las que ama. La caridad, el amor es compartir en todo la suerte del amado. El amor nos hace semejantes, crea igualdad, derriba los muros y las distancias. Y Dios hizo esto con nosotros. Jesús, en efecto, «trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de nosotros, en todo semejante a nosotros excepto en el pecado» (Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, 22).

La finalidad de Jesús al hacerse pobre no es la pobreza en sí misma, sino —dice san Pablo— «...para enriqueceros con su pobreza». No se trata de un juego de palabras ni de una expresión para causar sensación. Al contrario, es una síntesis de la lógica de Dios, la lógica del amor, la lógica de la Encarnación y la Cruz. Dios no hizo caer sobre nosotros la salvación desde lo alto, como la limosna de quien da parte de lo que para él es superfluo con aparente piedad filantrópica. ¡El amor de Cristo no es esto! Cuando Jesús entra en las aguas del Jordán y se hace bautizar por Juan el Bautista, no lo hace porque necesita penitencia, conversión; lo hace para estar en medio de la gente, necesitada de perdón, entre nosotros, pecadores, y cargar con el peso de nuestros pecados. Este es el camino que ha elegido para consolarnos, salvarnos, liberarnos de nuestra miseria. Nos sorprende que el Apóstol diga que fuimos liberados no por medio de la riqueza de Cristo, sino por medio de su pobreza. Y, sin embargo, san Pablo conoce bien la «riqueza insondable de Cristo» (Ef 3, 8), «heredero de todo» (Heb 1, 2).

¿Qué es, pues, esta pobreza con la que Jesús nos libera y nos enriquece? Es precisamente su modo de amarnos, de estar cerca de nosotros, como el buen samaritano que se acerca a ese hombre que todos habían abandonado medio muerto al borde del camino (cfr. Lc 10, 25ss). Lo que nos da verdadera libertad, verdadera salvación y verdadera felicidad es su amor lleno de compasión, de ternura, que quiere compartir con nosotros. La pobreza de Cristo que nos enriquece consiste en el hecho que se hizo carne, cargó con nuestras debilidades y nuestros pecados, comunicándonos la misericordia infinita de Dios. La pobreza de Cristo es la mayor riqueza: la riqueza de Jesús es su confianza ilimitada en Dios Padre, es encomendarse a Él en todo momento, buscando siempre y solamente su voluntad y su gloria. Es rico como lo es un niño que se siente amado por sus padres y los ama, sin dudar ni un instante de su amor y su ternura. La riqueza de Jesús radica en el hecho de ser el Hijo, su relación única con el Padre es la prerrogativa soberana de este Mesías pobre. Cuando Jesús nos invita a tomar su “yugo llevadero”, nos invita a enriquecernos con esta “rica pobreza” y “pobre riqueza” suyas, a compartir con Él su espíritu filial y fraterno, a convertirnos en hijos en el Hijo, hermanos en el Hermano Primogénito (cfr Rom 8, 29).

Se ha dicho que la única verdadera tristeza es no ser santos (L. Bloy); podríamos decir también que hay una única verdadera miseria: no vivir como hijos de Dios y hermanos de Cristo.


Nuestro testimonio
Podríamos pensar que este “camino” de la pobreza fue el de Jesús, mientras que nosotros, que venimos después de Él, podemos salvar el mundo con los medios humanos adecuados. No es así. En toda época y en todo lugar, Dios sigue salvando a los hombres y salvando el mundo mediante la pobreza de Cristo, el cual se hace pobre en los Sacramentos, en la Palabra y en su Iglesia, que es un pueblo de pobres. La riqueza de Dios no puede pasar a través de nuestra riqueza, sino siempre y solamente a través de nuestra pobreza, personal y comunitaria, animada por el Espíritu de Cristo.

A imitación de nuestro Maestro, los cristianos estamos llamados a mirar las miserias de los hermanos, a tocarlas, a hacernos cargo de ellas y a realizar obras concretas a fin de aliviarlas. La miseria no coincide con la pobreza; la miseria es la pobreza sin confianza, sin solidaridad, sin esperanza. Podemos distinguir tres tipos de miseria: la miseria material, la miseria moral y la miseria espiritual. La miseria material es la que habitualmente llamamos pobreza y toca a cuantos viven en una condición que no es digna de la persona humana: privados de sus derechos fundamentales y de los bienes de primera necesidad como la comida, el agua, las condiciones higiénicas, el trabajo, la posibilidad de desarrollo y de crecimiento cultural. Frente a esta miseria la Iglesia ofrece su servicio, su diakonia, para responder a las necesidades y curar estas heridas que desfiguran el rostro de la humanidad. En los pobres y en los últimos vemos el rostro de Cristo; amando y ayudando a los pobres amamos y servimos a Cristo. Nuestros esfuerzos se orientan asimismo a encontrar el modo de que cesen en el mundo las violaciones de la dignidad humana, las discriminaciones y los abusos, que, en tantos casos, son el origen de la miseria. Cuando el poder, el lujo y el dinero se convierten en ídolos, se anteponen a la exigencia de una distribución justa de las riquezas. Por tanto, es necesario que las conciencias se conviertan a la justicia, a la igualdad, a la sobriedad y al compartir.

No es menos preocupante la miseria moral, que consiste en convertirse en esclavos del vicio y del pecado. ¡Cuántas familias viven angustiadas porque alguno de sus miembros —a menudo joven— tiene dependencia del alcohol, las drogas, el juego o la pornografía! ¡Cuántas personas han perdido el sentido de la vida, están privadas de perspectivas para el futuro y han perdido la esperanza! Y cuántas personas se ven obligadas a vivir esta miseria por condiciones sociales injustas, por falta de un trabajo, lo cual les priva de la dignidad que da llevar el pan a casa, por falta de igualdad respecto de los derechos a la educación y la salud. En estos casos la miseria moral bien podría llamarse casi suicidio incipiente. Esta forma de miseria, que también es causa de ruina económica, siempre va unida a la miseria espiritual, que nos golpea cuando nos alejamos de Dios y rechazamos su amor. Si consideramos que no necesitamos a Dios, que en Cristo nos tiende la mano, porque pensamos que nos bastamos a nosotros mismos, nos encaminamos por un camino de fracaso. Dios es el único que verdaderamente salva y libera. 

El Evangelio es el verdadero antídoto contra la miseria espiritual: en cada ambiente el cristiano está llamado a llevar el anuncio liberador de que existe el perdón del mal cometido, que Dios es más grande que nuestro pecado y nos ama gratuitamente, siempre, y que estamos hechos para la comunión y para la vida eterna. ¡El Señor nos invita a anunciar con gozo este mensaje de misericordia y de esperanza! Es hermoso experimentar la alegría de extender esta buena nueva, de compartir el tesoro que se nos ha confiado, para consolar los corazones afligidos y dar esperanza a tantos hermanos y hermanas sumidos en el vacío. Se trata de seguir e imitar a Jesús, que fue en busca de los pobres y los pecadores como el pastor con la oveja perdida, y lo hizo lleno de amor. Unidos a Él, podemos abrir con valentía nuevos caminos de evangelización y promoción humana.

Queridos hermanos y hermanas, que este tiempo de Cuaresma encuentre a toda la Iglesia dispuesta y solícita a la hora de testimoniar a cuantos viven en la miseria material, moral y espiritual el mensaje evangélico, que se resume en el anuncio del amor del Padre misericordioso, listo para abrazar en Cristo a cada persona. Podremos hacerlo en la medida en que nos conformemos a Cristo, que se hizo pobre y nos enriqueció con su pobreza. La Cuaresma es un tiempo adecuado para despojarse; y nos hará bien preguntarnos de qué podemos privarnos a fin de ayudar y enriquecer a otros con nuestra pobreza. No olvidemos que la verdadera pobreza duele: no sería válido un despojo sin esta dimensión penitencial. Desconfío de la limosna que no cuesta y no duele.

Que el Espíritu Santo, gracias al cual «[somos] como pobres, pero que enriquecen a muchos; como necesitados, pero poseyéndolo todo» (2 Cor 6, 10), sostenga nuestros propósitos y fortalezca en nosotros la atención y la responsabilidad ante la miseria humana, para que seamos misericordiosos y agentes de misericordia. Con este deseo, aseguro mi oración por todos los creyentes. Que cada comunidad eclesial recorra provechosamente el camino cuaresmal. Os pido que recéis por mí. Que el Señor os bendiga y la Virgen os guarde.

Vaticano, 26 de diciembre de 2013
Fiesta de San Esteban, diácono y protomártir

FRANCISCO

Fuente: http://www.vatican.va/holy_father/francesco/messages/lent/documents/papa-francesco_20131226_messaggio-quaresima2014_sp.html


miércoles, 5 de marzo de 2014

Ayuno y Abstinencia



El ayuno consiste en hacer una sola comida fuerte al día. La abstinencia consiste en no comer carne. Son días de abstinencia y ayuno el Miercoles de Ceniza y el Vierns Santo.
La abstinencia obliga a partir de los catorce años y el ayuno de los dieciocho hasta los cincuenta y nueve años de edad.
Con estos sacrificios, se trata de que todo nuestro ser (espíritu, alma y cuerpo) participe en un acto donde reconozca la necesidad de hacer obras con las que reparemos el daño ocasionado con nuestros pecados y para el bien de la Iglesia.
El ayuno y la abstinencia se pueden cambiar por otro sacrificio, dependiendo de lo que dicten las Conferencias Episcopales de cada país, pues ellas son las que tienen autoridad para determinar las diversas formas de penitencia cristiana.

¿Por qué el Ayuno?

Es necesario dar una respuesta profunda a esta pregunta, para que quede clara la relación entre el ayuno y la conversión, esto es, la transformación espiritual que acerca del hombre a Dios.
El abstenerse de la comida y la bebida tienen como fin introducir en la existencia del hombre no sólo el equilibrio necesario, sino también el desprendimiento de lo que se podría definir como "actitud consumística".
Tal actitud ha venido a ser en nuestro tiempo una de las características de Ia civilización occidental. El hombre, orientado hacia los bienes materiales, muy frecuentemente abusa de ellos. La civilización se mide entonces según Ia cantidad y Ia calidad de las cosas que están en condiciones de proveer al hombre y no se mide con el metro adecuado al hombre. 

Esta civilización de consumo suministra los bienes materiales no sólo para que sirvan al hombre en orden a desarrollar las actividades creativas y útiles, sino cada vez más para satisfacer los sentidos, Ia excitación que se deriva de ellos, el placer, una multiplicación de sensaciones cada vez mayor.
El hombre de hoy debe abstenerse de muchos medios de consumo, de estímulos, de satisfacción de los sentidos: ayunar significa abstenerse de algo. El hombre es él mismo sólo cuando logra decirse a sí mismo: No.
 
No es Ia renuncia por Ia renuncia: sino para el mejor y más equilibrado desarrollo de sí mismo, para vivir mejor los valores superiores, para el dominio de sí mismo.

Fuente: http://www.aciprensa.com/fiestas/cuaresma/ayuno.htm

Miércoles de Ceniza

Con la imposición de las cenizas, se inicia una estación espiritual particularmente relevante para todo cristiano que quiera prepararse dignamente para la vivir el Misterio Pascual, es decir, la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor Jesús.
Este tiempo vigoroso del Año Litúrgico se caracteriza por el mensaje bíblico que puede ser resumido en una sola palabra: "metanoeiete", es decir "Convertíos". Este imperativo es propuesto a la mente de los fieles mediante el rito austero de la imposición de ceniza, el cual, con las palabras "Convertíos y creed en el Evangelio" y con la expresión "Acuérdate que eres polvo y al polvo volverás", invita a todos a reflexionar acerca del deber de la conversión, recordando la inexorable caducidad y efímera fragilidad de la vida humana, sujeta a la muerte.
La sugestiva ceremonia de la ceniza eleva nuestras mentes a la realidad eterna que no pasa jamás, a Dios; principio y fin, alfa y omega de nuestra existencia. La conversión no es, en efecto, sino un volver a Dios, valorando las realidades terrenales bajo la luz indefectible de su verdad. Una valoración que implica una conciencia cada vez más diáfana del hecho de que estamos de paso en este fatigoso itinerario sobre la tierra, y que nos impulsa y estimula a trabajar hasta el final, a fin de que el Reino de Dios se instaure dentro de nosotros y triunfe su justicia.
Sinónimo de "conversión" es así mismo la palabra "penitencia"... Penitencia como cambio de mentalidad. Penitencia como expresión de libre y positivo esfuerzo en el seguimiento de Cristo.

Tradición
En la Iglesia primitiva, variaba la duración de la Cuaresma, pero eventualmente comenzaba seis semanas (42 días) antes de la Pascua. Esto sólo daba por resultado 36 días de ayuno (ya que se excluyen los domingos). En el siglo VII se agregaron cuatro días antes del primer domingo de Cuaresma estableciendo los cuarenta días de ayuno, para imitar el ayuno de Cristo en el desierto.
Era práctica común en Roma que los penitentes comenzaran su penitencia pública el primer día de Cuaresma. Ellos eran salpicados de cenizas, vestidos en sayal y obligados a mantenerse lejos hasta que se reconciliaran con la Iglesia el Jueves Santo o el Jueves antes de la Pascua. Cuando estas prácticas cayeron en desuso (del siglo VIII al X), el inicio de la temporada penitencial de la Cuaresma fué simbolizada colocando ceniza en las cabezas de toda la congregación.
Hoy en día en la Iglesia, el Miércoles de Ceniza, el cristiano recibe una cruz en la frente con las cenizas obtenidas al quemar las palmas usadas en el Domingo de Ramos previo. Esta tradición de la Iglesia ha quedado como un simple servicio en algunas Iglesias protestantes como la anglicana y la luterana. La Iglesia Ortodoxa comienza la cuaresma desde el lunes anterior y no celebra el Miércoles de Ceniza.


Significado simbólico de la Ceniza
La ceniza, del latín "cinis", es producto de la combustión de algo por el fuego. Muy fácilmente adquirió un sentido simbólico de muerte, caducidad, y en sentido trasladado, de humildad y penitencia. En Jonás 3,6 sirve, por ejemplo, para describir la conversión de los habitantes de Nínive. Muchas veces se une al "polvo" de la tierra: "en verdad soy polvo y ceniza", dice Abraham en Gén. 18,27. El Miércoles de Ceniza, el anterior al primer domingo de Cuaresma (muchos lo entenderán mejor diciendo que es le que sigue al carnaval), realizamos el gesto simbólico de la imposición de ceniza en la frente (fruto de la cremación de las palmas del año pasado). Se hace como respuesta a la Palabra de Dios que nos invita a la conversión, como inicio y puerta del ayuno cuaresmal y de la marcha de preparación a la Pascua. La Cuaresma empieza con ceniza y termina con el fuego, el agua y la luz de la Vigilia Pascual. Algo debe quemarse y destruirse en nosotros -el hombre viejo- para dar lugar a la novedad de la vida pascual de Cristo.
Mientras el ministro impone la ceniza dice estas dos expresiones, alternativamente: "Arrepiéntete y cree en el Evangelio" (Cf Mc1,15) y "Acuérdate de que eres polvo y al polvo has de volver" (Cf Gén 3,19): un signo y unas palabras que expresan muy bien nuestra caducidad, nuestra conversión y aceptación del Evangelio, o sea, la novedad de vida que Cristo cada año quiere comunicarnos en la Pascua. 

Fuente: http://www.aciprensa.com