Papa Francisco |
.- “La paciencia no es resignación, es otra cosa”: el Papa
comentó la carta de Santiago donde está escrito: “alégrense profundamente
cuando se vean sometidos a cualquier clase de pruebas”. “Parece una invitación
a volverse faquir” – observó – pero no es así. La paciencia, soportar las
pruebas, “las cosas que nosotros no queremos”, hace “madurar nuestra vida.
Quien no tiene paciencia quiere todo de inmediato, todo de prisa. Quien no
conoce esta sabiduría de la paciencia – subrayó el Santo Padre - es una persona
caprichosa, como los niños que son caprichosos” y ninguna cosa les está bien.
“La persona que no tiene paciencia – explicó - es una persona que no crece, que
se queda en los caprichos del niño, que no sabe tomar la vida como viene: o
esto o nada. Ésta es una de las tentaciones: volverse caprichosos”. “Otra
tentación de aquellos que no tienen paciencia – afirmó el Pontífice - es la
omnipotencia” de querer de inmediato una cosa, como sucedió a los fariseos que
piden a Jesús un signo del cielo: “querían un espectáculo, un milagro”:
“Confunden el modo de actuar de Dios con el modo de actuar de un brujo. Y Dios no actúa como un brujo, Dios tiene su modo de ir adelante. La paciencia de Dios. También Él tiene paciencia. Cada vez que nos dirigimos al sacramento de la reconciliación, ¡cantamos un himno a la paciencia de Dios! Con cuánta paciencia el Señor nos lleva sobre su espalda, ¡con cuánta paciencia! La vida cristiana debe desenvolverse sobre esta música de la paciencia, porque es precisamente la música de nuestros padres, del pueblo de Dios, de aquellos que han creído en la Palabra de Dios, que han seguido el mandamiento que el Señor había dado a nuestro padre Abraham: ‘Camina delante de mí y se irreprensible’”.
El pueblo de Dios – constató el Obispo de Roma citando la Carta a los Hebreos – “ha sufrido tanto, han sido perseguidos, asesinados”, pero tuvo “la alegría de saludar desde lejos las promesas” de Dios. “Ésta es la paciencia” que “nosotros debemos tener en las pruebas: la paciencia de una persona adulta, la paciencia de Dios” que nos lleva sobre la espalda. Y ésta – prosiguió - es “la paciencia de nuestro pueblo”:
“¡Cuán paciente es nuestro pueblo! ¡Aún hoy! Cuando vamos a las
parroquias y encontramos a aquellas personas que sufren, que tienen problemas,
que tienen un hijo minusválido o tienen una enfermedad, pero llevan adelante la
vida con paciencia. No piden signos, como aquellos del Evangelio, que
pretendían una señal. Decían: ‘¡Danos un signo!’. No, no piden, pero saben leer
los signos de los tiempos: saben que cuando el higo florece, llega la
primavera; saben distinguir aquello. En cambio, estos impacientes del Evangelio
de hoy, que querían una señal, no sabían leer los signos de los tiempos, y por
eso no reconocieron a Jesús”.
Francisco finalizó su homilía alabando a la “gente de nuestro
pueblo, gente que sufre, que sufre tantas, tantas cosas, pero que no pierde la
sonrisa de la fe, que tiene la alegría de la fe”:
“Y esta gente, nuestro pueblo, en nuestras parroquias, en
nuestras instituciones - tanta gente – es aquella que lleva adelante a la
Iglesia, con su santidad, de todos los días, de cada día. ‘Hermanos, alégrense
profundamente cuando se vean sometidos a cualquier clase de pruebas, sabiendo
que la fe, al ser probada, produce la paciencia. Y la paciencia debe ir
acompañada de obras perfectas, a fin de que ustedes lleguen a la perfección y a
la madurez, sin que les falte nada.’ (Sant 1, 2-4). Que el Señor nos dé a todos
nosotros la paciencia, la paciencia alegre, la paciencia del trabajo, de la
paz, nos de la paciencia de Dios, ésa que Él tiene, y nos de la paciencia de
nuestro pueblo fiel, que es tan ejemplar”. (RC-RV)
FUENTE: http://www.news.va/es/news/sin-la-paciencia-no-se-crece-el-papa-este-lunes-en
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